Evolución humana Desarrollo de la voluntad, Primer Septenio.

Capacitación para la atención al niño menor de 3 años

13 y 14 de enero de 2017

Evolución humana Desarrollo de la voluntad, Primer Septenio.

Andar, hablar, pensar.

Confección de juguetes y material. Taller Coral.

Impartido por: Sandra Chandia Riaño, Maestra Waldorf, Madre de día en Casa Waldorf.

Para recibir mas información y  reservar plaza escribir a casawaldorf@gmail.com o por teléfono al 635 799 179.

Los niños y la muñeca

Todos reconocemos que, desde que El niño/a nace, como si brotara a la vida, va desplegándose lentamente hasta alcanzar, en la mayoría de edad, la madurez.

Dicho proceso está impregnado del deseo de conocer del niño/a. Este deseo le lleva, en la más tierna infancia, a realizar grandes hazañas como son, ponerse de pie, luego conquistar el habla y como tercer hito, el desarrollo de los rudimentos del pensar.

Todos los elementos físicos, anímicos y espirituales que están presentes en el entorno del niño/a, ya sea de manera voluntaria o no, hacen parte del bagaje de la infancia, impregnan su cualidad en el alma infantil.

Este ser, todo órgano sensorio, puede captar la realidad de los objetos (físicos y sutiles) e incorporar su comprensión desde la más primigenia experiencia, tan profundamente, que hacen parte de su forma, de lo que estructuralmente el niño/a es, las experiencias – vivencias calan hasta los huesos.

Reconocida esta cualidad quisiera hablar de las muñecas, definidas como el elemento, que en el juego infantil , ofrece la visión de lo humano. La pregunta que debemos hacernos entonces sería ¿qué imagen del hombre le queremos ofrecer al niño/a? ¿Cuál es la cosmovisión de hombre que llega El Niño/a al recibir tal o cual objeto – muñeca. Toda la visión del hombre para la antroposofia, está recogida en la muñeca waldorf o debería estarlo. Es esta cualidad sutil fundamental la que le permite al niño, sentirse reconocido, acogido, reflejado, visto en la muñeca, que sin duda se transformará, como no podría ser de otra manera, en un compañero inseparable para el juego, para la vida.

La muñeca recoge a su vez la idea del hombre en desarrollo, refleja la madurez temporal del niño en este desplegarse del ser, es por esto que su forma externa se va complejizando en la medida en el que el niño crece.

La forma de la cabeza, esférica, reconoce la cualidad cósmica – celeste del hombre, le habla de su patria original. Esta cabeza colocada en el centro de su corporalidad actualiza la idea del hombre recto en la vertical que puede libremente, dirigir su mirada al cielo, es el único sobre la tierra con la posibilidad de hacerlo. Esta cabeza se va definiendo más y más en su desarrollo, se va individualizando y aparece en ella el gesto único y particular. La hendidura de los ojos, que imprime un carácter al rostro, el color de ojos y pelo, van ofreciendo al ser herramientas para llevar adelante su destino y la muñeca se hace eco de esta realidad evolutiva y de la realidad exterior a la que el niño pertenece.

El tórax con su cualidad rítmica, aún dormida a la consciencia en la temprana infancia, va adquiriendo firmeza, hasta hacerse casa de corazón y pulmones, es flexible, acoge el movimiento rítmico, se expande y retrae, esta fundamental cualidad aparece en la confección de esta muñeca haciendo el relleno de este”tórax” firme pero blandito, que los dedos puedan hundirse levemente. Es esta casa – corazón el centro de la acción del hombre en el mundo y como centro es mezcla entre duro y blando, lugar de paso, de interrelación.

Los miembros móviles, abiertos en expansión al mundo, reflejo de la acción humana, se van materializando en la imagen muñeca en la médica en que aparecen a la realidad del niño en evolución. La muñeca de nudos en donde los miembros aparecen apenas esbozados pues se encuentran dormidos a la conciencia. Un pequeño nudo en el extremo de una tela se transforma en “mano” a imagen de aquel puño cerrado del bebé que aún tiene todo el mundo por descubrir. Brazos y piernas aparecerán en la medida en la que vayan siendo “activas” en el desarrollo motor del niño. También el tono muscular asociado naturalmente a la capacidad motora se verá reflejado en la cualidad del relleno de la muñeca.

La proporción entre todas las partes que componen la muñeca, cabeza, tronco y extremidades es semejante a la del niño pequeño y esta debe ser tenida en cuenta a la hora de confeccionar una muñeca.

Finalmente me gustaría recordar que lo más valioso que puede contener un juguete confeccionado a mano es el calor humano que en el se imprime. Llenemos los juguetes de nuestros niños y niñas de buenos pensamientos, de claridad, de noble intención y de mucho, mucho amor.

Sandra Chandía Riaño
Maestra Waldorf
www.casawaldorf.com/tienda

El burrito blanco

Una vez nació en una pradera un burrito blanco. Su mamá lo miró extrañada: “¿Por qué mi burrito nació sin color?”, le pregunto al padre del burrito. “Tú eres gris, yo soy de color plomo y todos nuestros parientes en las praderas y en los pueblecitos, son de color plomizo”, dijo el padre, inclinando sus largas orejas con preocupación.

“En verdad, a nuestro hijito le falta algo. Esperemos que crezca” dijo la madre del burrito.

“Aparte del color no le falta nada, tiene dos largas orejas, una colita larga y suave, y cuatro patas esbeltas. No es feo. Tal vez cuando crezca el color le aparezca”.

Pero el burrito no le gustó ser diferente a los demás. Estaba triste por no tener la piel gris como sus primos y sus hermanos de la pradera, como su papá y su mamá.
Y apenas sus delgadas piernas le sostuvieron bien, decidió marcharse.
Cuando sus padres dormían se levantó, miró alrededor y vio el campo silencioso. La luna blanca bañaba en plata las piedras y las flores, y el burrito se veía más blanco aún en la noche clara.

“No importa”, se dijo, “todos duermen y nadie me verá .Mañana buscare una cueva donde ocultarme”.
El pequeño burrito no sabía que algunos animales despertaban de noche. Y así fue como al caminar por la hierba se encontró con una mariposa nocturna que buscaba savia de las hojas para beber.
Al ver el burrito, susurró:
“¿Adonde vas, burrito blanco?, Como la nieve parece tu manto,
Como la nube es tu andar, ¿Un color vienes a buscar?”

“Que triste”, pensó el burrito, “¿acaso no puedo encontrar un lugar donde nadie me vea ni pueda burlarse de mi falta de color?”

Al pasar por un muro de piedras se encontró con una lechuza de grandes ojos luminosos que buscaban algún ratoncito para comer. Al ver al burrito blanco abrió sus anchas alas y suspiró:

“¿Adónde vas burrito blanco?, como la escarcha parece tu manto,
Como neblina es tu andar, ¿un color vienes a buscar?”

El burrito bajo la cabeza y la lechuza se deslizo por el aire para atrapar un ratón que había salido de su agujero.
Siguió caminando el burrito y la luna redonda estaba ya muy arriba en el alto del cielo. Al pasar por un viejo árbol, un puma negro que aguardaba allí lo diviso y lo miró con sus malos ojos amarillos. El burrito se asustó y pensó que había llegado su fin, cuando escuchó gruñir al puma desde el árbol:
“¿Adónde vas burrito blanco?, como la espuma parece tu manto,
como el aire es tu andar… ¡Nada que pueda mi hambre saciar!”

“Al menos no me quiere devorar el puma malo”, pensó el burrito, cuando a lo lejos vio a alguien caminar a la luz de la luna.
“Buenas noches, hermoso burrito blanco”, dijo acercándose un extraño niño.

El niño llevaba una camisita alba como flores de naranjo y a su alrededor irradiaba una luz excepcional. Llevaba una carga pesada que apenas podía alzar.
“Muchas gracias”, dijo el burrito, ¿quién eres tu que no me dices feo como todos los demás?”
“Soy el Niño Jesús y del mundo voy por todos los caminos para llevar a cada niño de esta Tierra un regalo, porque pronto será Navidad. “¿Quieres venir conmigo para poderme ayudar?”
El Niño Jesús se acerco al burrito y le acarició entre las orejas diciendo:

“Tu piel es de nubes, y tus ojos son estrellas, tu andar es ligero,
no hay cosa más bella. Tus atentas orejas son de terciopelo
¡Pareces venir del mismísimo cielo!”

El burrito blanco sintió latir su pequeño corazón como un martillito, y pensó que estallaría de tanta alegría.
El Niño Jesús le puso en el cuello una rienda hilada de luz de luna y la adorno con cascabeles de oro.
Y así fue como el Niño Dios ya no tuvo que ir a pié a repartir los regalos de Navidad.
Desde ese día siempre llega montado en su burrito blanco.

Bazar de Navidad

Os esperamos con mucha ilusión el próximo sábado, 23 de diciembre de 10:30 a 13h.

Talleres para compartir en familia
Juguetes hechos a mano con amor
Cafetería navideña

En nuestra nueva ubicación:

Casa Waldorf
Partida Montahud 2 – Altea
Tel 635799179

 

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